Cómo influye lo que sentimos como progenitores en nuestros hijos e hijas
por Roger Valldosera
“¿Nos escuchamos y nos dejamos el tiempo para entender e identificar que estamos sintiendo y cómo esto nos está afectando? “
Este procedimiento que, a priori, parece sencillo, no lo es en absoluto. En una cotidianeidad donde tenemos queremos ocio, diversión y relajarnos, entre otros muchos deseos y que a la vez lo tenemos que conciliar con el trabajo, la crianza y ayudar a otros, ¿cuándo nos detenemos para auscultarnos y entender qué nos genera, en este caso, la detección de una enfermedad y hospitalización de nuestro hija o hijo?
Es observable que todos aquellos progenitores que sienten nervios cuando van al hospital a hablar con médicos, luego hablan con nerviosismo a sus hijos, transmitiéndoles miedos que quizás no tenían o, que si los tenían, ahora son más grandes y fuertes.
Parar y reconocer estas emociones ayuda a poder entender de qué manera nos comunicamos y qué contenido y aprendizaje adquiere el niño o niña.
¿En qué se traduce el miedo de los progenitores para sus hijos e hijas?
Tal y como ya hemos comentado, si yo tengo miedo y no controlo ni acoplo la manera en la que quiero acompañar, voy a transmitirle, intrínsecamente, esa emoción a mi hija o hijo, de manera que uno de los mecanismos que suceden a menudo es la sobreprotección.
Hablamos de sobreprotección cuando olvidamos y anulamos el criterio y poder de decisión del niño para imponer el nuestro como progenitores, presuponiendo que nuestro criterio será el correcto.
Este mecanismo es natural y ocurre porque, como padres y madres, queremos proteger a nuestros hijos e hijas de cualquier situación que les pueda provocar dolor o sufrimiento. Sin embargo, esta sobreproducción puede acabar siendo contraproducente y generando carencias en los ámbitos del desarrollo personal, opinión crítica o autonomía, entre otros.
¿Entonces no le digo nada y que él o ella decida que quiere hacer en todo momento?
Aquí es donde tenemos que entender los grises y generar espacios donde el aprendizaje y la comunicación sea bidireccional, de manera que nosotros los acompañamos y guiamos por un mundo aún por conocer y ellos nos expresan sus deseos de entender y explorar para así generar una construcción propia.
Por último, puntualizar que durante todo este proceso de escucha hacia el interior para descifrar cómo estamos transitando y viviendo la enfermedad, es muy importante observar que necesitamos durante todo este proceso. La confección de una lista, mental o tangible, de todos esos momentos y actividades que nos harían sentir mejor para estar más fuertes, sin la presión ni intrusión de sentirnos egoístas, por querer pedir en un momento donde quien debería pedir es nuestro hijo o hija. Si tenéis en cuenta vuestras necesidades, podremos acompañar y ser una figura más estable y positiva para quien lo pueda precisar, ya sean hijos, pero también la pareja o familiares.
“Si yo tengo miedo y no controlo ni acoplo la manera en la que quiero acompañar, voy a transmitirle, intrínsecamente, esa emoción a mi hija o hijo, de manera que uno de los mecanismos que suceden a menudo es la sobreprotección. “