Culpa vs Responsabilidad

por Roger Valldosera

Con el diagnóstico de una enfermedad a un hijo o hija, a menudo nos puede llegar a nuestra mente una serie de mensajes intrusivos como: ¿Podría haber hecho algo distinto para evitar esta situación?¿Y si hubiera estado más atento o atenta en esto?

Juntamente con estas u otras preguntas parecidas, un sentimiento de culpa nos aflora, generando así un bloqueo que nos impide seguir con normalidad y teniendo la sensación constante de autocastigo.



«La culpa nos puede paralizar, la responsabilidad nos incita a movernos y a tomar partido de ciertas situaciones.»

Lo que puede ayudar en muchos de estos momentos es no incrementar y perpetuar este sentimiento de culpa y sustituirlo por un sentimiento de responsabilidad. Criar a un niño o niña es un proceso vivo, lleno de altibajos y sobre todo un fenómeno que requiere de nuestra responsabilidad individual y colectiva como pareja, comunidad y sociedad. 

Y repito la palabra responsabilidad compartida porque no, no podemos responsabilizarnos de todo lo que diga, haga o le ocurra a nuestro hijo o hija. Debemos tener claro en qué parcelas somos agentes protagonistas en la vida y desarrollo de nuestros hijos e hijas pero también en cuales jugamos un papel más secundario y la responsabilidad es de los agentes que, en ese momento, sean los protagonistas. 

Puede resultar fácil de escribir y difícil de ejecutar pero, ¿tengo que ser siempre responsable de que mi hija se tome siempre la medicación o que siga unos consejos determinados debido a su situación? 

Mi responsabilidad es explicárselo y encontrar mecanismos y herramientos para que esos mensajes lleguen de manera satisfactoria y entendible a su cabeza, pero no podré siempre recordarle la medicación o traerle en el momento todo aquello que pueda necesitar, por lo que, poco a poco, y si el primer paso de explicar lo hemos hecho a conciencia, tendremos que confiar en sus capacidades pues al final será ella quien conviva con la enfermedad o la situación que tenga en ese momento. 

Estas dinámicas fortalecen el vínculo con uno mismo y entre progenitores e hijos, pues por un lado ayuda a que los padres y madres puedan prestarle atención a aquellas cosas y que sí que lo precisan y por otro lado aumenta la autonomía de niños y adolescentes. No hay cosa que frustre más a un niño o niña que sus progenitores decidan por él o por ella y que no le dejen responsabilizarse de sus cosas. 

Importancia de la comunidad

Tal y como venimos hablando, esta responsabilidad es nuestra como padres y madres pero tenemos que saber poner límites y entender hasta dónde podemos llegar y hasta qué punto puede llegar a ser contraproducente para nuestros hijos e hijas. 

Cada vez más aprendemos actitudes y acciones individualistas de una sociedad que no nos permite mostrar vulnerabilidad y aceptar que, como padres, madres y personas, tenemos miedos y no sabemos de todo. Podemos aceptar que no tenemos una varita mágica y que es sano poder pedir ayuda y poder apoyarnos en los nuestros y también en otras personas y comunidades que estén o hayan pasado por los mismos momentos que nosotros y nosotras. 

A modo de cierre, me gustaría que la sensación que predominase fuera la de alivio, responsabilidad y motivación. Alivio porque nadie tiene un libro de instrucciones sobre cómo ser el mejor padre o madre, pues esto no depende solo de vosotros, sinó también de vuestro hijo o hija y de vuestro núcleo familiar. Responsabilidad porque es lo que nos mueve a mejorar en la crianza y motivación porque la crianza es un proceso de acompañamiento.


«…el vínculo intrafamiliar siempre está en construcción y estos momentos también se comparte unión, sinceridad y apoyo»

Pedagogo

M

Roger Valldosera

Pedagogo

Mom but also certified Child Life specialist. Verena is a trained professional with expertise in helping children and their families overcome life’s most challenging events, particularly those related to healthcare and hospitalization.